¿Y los periodistas?
A cada foto, un militar. Un militar sin rango que dice: “¡Identifíquese!”. Y pide que no le tomen fotos, que no salga su cara. Con esa condición y luego de pedirle permiso al oficial a cargo del operativo, permite que se tomen gráficas del actuar de la tropa, los retenes, las revisiones que realizan los enviados por la Novena Zona Militar.
Bulevar Zapata, Manuel Bonilla y Domingo Rubí. Retenes, tanquetas, camionetas artilladas. Preguntas y más preguntas. Miradas afiladas. Miradas que miran y apuntan y sostienen la mirada con sospecha. Nadie, ningún periodista, en la escena, los camellones, las banquetas, tomando nota.
La “línea” —de los medios, del narco o del miedo—, confesaron algunos, fue no acudir a la funeraria por seguridad, porque no era un “narco pesado” y sus familiares les habían echado la camioneta encima a los reporteros que acudieron al Semefo el lunes que les entregaron el cuerpo, para evitar confrontaciones con la Policía o el Ejército, o con amigos. Nadie, nada.
El narco acecha, el Gobierno cede, los medios callan. La rendición de la pluma, libreta, cámaras y micrófonos frente a los mequetrefes de fusiles automáticos: el abandono de los periodistas a sí mismos y por lo tanto a la sociedad, el imperio del silencio postrado, la mordaza autoimpuesta a punta de amenazas, el fracaso del oficio y la renuncia de facto a la obligación moral de cubrir, reportear, escribir, informar.
Y ganó el encierro. Y los medios anunciaron, con su actuar, el repliegue. Y que hablen los poderosos, que tableteen las armas y corra la sangre: al cabo que nadie oye, nadie ve. El páramo de una ciudad triste. Muerte y silencio. Ganan los malos.
Caravana desnutrida
Un flaco desfile siguió el féretro, que iba en una camioneta blanca, casi color crema, modelo Gran Cherokee. Zapata, Obregón al sur, Costerita y al final la carretera México 15, hacia los terruños del Ondeado: de El Salado para arriba, Santa Cruz de Alayá y puntos intermedios.
Ocho vehículos, no más, siguiendo el cortejo. Un par de camionetas de modelo reciente y otros carros no tan viejos. Tres patrullas del Ejército y dos de la Policía Estatal, discretas y a distancia. Silentes, vigilantes. Pero dieron vuelta en u cuando terminó la mancha urbana, antes de llegar al cerro de El Tule.
Déjenme solo
Dicen los cercanos que pidió, ordenó: “Déjenme solo”. Que ya estaba cansado. Harto. Que sabía lo que venía y que había decidido enfrentarlo él y no quería a nadie más. Cuentan, casi a manera de mito, que siguió a pie entre el monte y los predios de plantíos de temporal, que pidió ayuda y las puertas se cerraron. Solo, solo, solo.
Así lo dejaron y así murió. Las versiones de las autoridades indican que fueron calibres pequeños los que perforaron su piel, pero que también tenía muchos golpes, que los militares nomás llegaron por el cuerpo, que no hubo tal balacera y que por ahí, cerca de donde lo recogieron, había fiesta.
Y en esas fiestas, aseguran, siempre hay muertos.
Solo ahí, entre los matorrales. Parecía sonreír ese cadáver. O ironizar: dónde quedó el Ejército que comandaba, dónde las armas. Porque en el funeral estuvieron pocos. Porque al cortejo asistieron menos.
Porque así lo pidió, dicen. “Déjenme solo”.
La traición del Mayo Zambada
Mucho o poco se habla de la traición del Mayo Zambada lo cierto es que todos se niegan a hablar de este echo, sin embargo la familia Torres, afirma y reafirma como un echo la traición y la necesidad de "El Mayo" de entregar a uno de sus subalternos, el gobierno lo pidió y el puso y dispuso a Manuel Torres Félix "El Ondeado"
Los pasos de
'El Ondeado'
18 de abril de 2008.
Su hijo Atanasio Torres fue asesinado en Montebello. Su hermana Alondra, de 6 años, salió herida. La muerte se le atribuyó al "Barbas", que comenzó una lucha que culminó con el homicidio de Édgar Guzmán López, hijo de "El Chapo" Guzmán.
4 de junio de 2008.
Esta fecha sumaron siete cadáveres, algunos mutilados y decapitados, dejados abandonados frente a la Secretaría de Salud, en Montebello, sitio del homicidio de Atanasio. Según los mensajes, se trataba de la venganza por la muerte de su hijo. Entre los cuerpos estaba el del comandante del extinto Grupo Centauro, Roberto Carlos Barceló Villagrán.
20 de septiembre de 2008.
En un rancho ubicado en El Carrizal, el Ejército decomisó armas y una fotografía de Manuel Torres, abrazado de Misael Torres Urrea. El primero armado con una escuadra y el segundo con una granada. Desde entonces varios narcocorridos ilustraron la forma de vida y animaron al movimiento alterado.
Enero de 2011.
Su nombre volvió a ser noticia al participar en un enfrentamiento contra militares en una brecha de El Salado, un mes después del arribo del general Moisés Melo García a la Novena Zona Militar. El saldo reportado fue de un militar muerto.
1 de junio de 2011.
El Departamento del Tesoro fichó a Manuel Torres junto con Gonzalo Inzunza Inzunza como sujetos a la Ley Kingpin. Desde entonces sus imágenes corrieron más en las redes sociales. Más tarde, además de corridos "alterados" surgirían películas como "Los Sanguinarios del M-1", "En Preparación", entre otras.
27 de septiembre de 2011.
La PGR lo pone en su lista de recompensas junto con Gonzalo Inzunza y Manuel Alejandro Aponte Gómez, el Bravo, presunto ex militar jefe de pistoleros del Chapo Guzmán.
18 de febrero de 2012
Elementos de las Fuerzas Especiales del Ejército implementan un operativo en La Higuera, sindicatura de El Salado, donde presuntamente iban por Manuel Torres.
13 de octubre de 2012
Muere abatido Manuel Torres en un supuesto enfrentamiento con el Ejército. Le hallan pistolas, dólares y droga. Al llegar el MP, estaba sólo el cadáver, en la maleza.
No comments:
Post a Comment